
El perfil de un piloto de Fórmula 1 es puntual, ningún atributo o característica es dejada al azar, desde el que lucha por el campeonato hasta aquel que es último en la grilla, posee cada una de ellas. Quizá, de entre todas, la más visible sea el egocentrismo. Entendida como la maximización de todos los recursos y situaciones para obtener un beneficio propio. ¡Sí!, todos quieren ganar a cualquier costo.
Dimensionando este deseo colectivo, comprenderán la situación de frustración que viven algunos pilotos al verse limitados en aras de un beneficio colectivo. Sin embargo, hasta esas amarras tan asfixiantes pueden, ocasionalmente, quebrantarse y dejarnos ver la otra cara de la moneda. Bienvenidos sean al compendio del Gran Premio de Turquía, hablemos de sus protagonistas: Valtteri Bottas y Sergio Pérez, los redimidos.
El último esplendor
Es altamente probable que Bottas haya conseguido su último triunfo en la Fórmula 1; el finlandés había permanecido relegado de la máxima gloria por más de un año. Tuvieron que pasar 22 GP para que Valtteri volviera a imponerse, logrando con ello llegar a 10 victorias en toda su trayectoria y sumándose al selecto grupo de pilotos en ganar un GP esta temporada, (seis en total).
Bottas fue, sin objeción, uno de los pilotos del día, contrario a las expectativas que apuntaban a la pérdida de la posición con Verstappen, Valtteri hizo gala de su frialdad para conducir sin errores, cerrando cualquier ventana de oportunidades e imponiendo su ritmo; su victoria jamás se vio amenazada y eso le llenó de confianza.
Quizá el haber heredado la pole position de su coequipero sea el único elemento a tomar en cuenta para no otorgarle la máxima calificación, sin embargo, el finlandés convirtió ese obsequio en un contundente “hat-trick” que borra cualquier duda sobre sus capacidades. Si Valtteri es capaza de rozar la perfección, ¿cómo entender el prolongado tiempo entre sus últimas dos victorias?

La jaula de oro
Desde su arribo a Mercedes, Bottas ha sido similar a un pájaro que vuela dentro de una jaula de oro; la escudería alemana le ofreció formar parte del proyecto más ambicioso de toda la era turbo-híbrida, teniendo el monoplaza más desarrollado, la estructura más sólida y al “mejor” de los compañeros; sin embargo, el costo que tendría que pagar sería de las mismas dimensiones.
Valtteri ha jugado el rol de comodín, de escudero, de complemento, de taponero y todo lo que pueda encajonarse en un segundo plano; su andar en Mercedes ha sido de claroscuros, lo que le ha valido recibir críticas enérgicas a su labor, a veces producto de sus propias decisiones, pero otras, siendo víctima de los planes del equipo.
El finlandés ha tenido que ir siempre sin poder pisar el acelerador a fondo, procurando no ser piedra de tropiezo para los planes de la escudería y de Hamilton, amagando su deseo de competir en igualdad y apagando su sed de triunfo con momentos fugaces de plenitud.

Un futuro dubitativo
El número 77 vive sus últimos momentos con Mercedes, se va de la elite a menos que Alfa Romeo de una sorpresa mayúscula la próxima temporada, su paso por la escudería de Brackley habrá de recordarse como la del piloto que tuvo todo menos su libertad. El balance final lo hará el propio finlandés, él y solo él, sabrá si al final del camino valió la pena su estancia.
Valtteri iniciará una nueva etapa con un equipo diferente, donde probará la otra cara de la moneda, será el líder de un proyecto que intentará consolidarse, estará en un espacio donde se le valorará como un piloto integral, capaz de desarrollar todo su potencial y, a la vez, compartir toda su experiencia para catapultar a la escudería italo-suiza a su máximo nivel.
Bottas perderá en protagonismo cuantitativo, será más difícil verle pelear por un podio o una victoria; los reflectores ahora serán dirigidos a lo que pueda hacer su reemplazo (el joven Russell), sin embargo, ganará en autoconfianza, pondrá resarcir su ego y eso le ayudará a encontrar su mejor versión. Quizá la próxima temporada seamos testigos de ese Valtteri 3.0 que no pudo ser en Mercedes.

Cerrojo otomano
El mexicano nos regaló la mejor estampa de este Gran Premio, con un Hamilton sediento de remontada, Checo encaró ese corto, pero frenético desafío, lo hizo con ese orgullo que solo los campeones poseen, con la integridad de quien sabiéndose acorralado encuentra el mejor camino para dar la batalla y con la sapiencia de aquellos pilotos de prosapia que tuvieron que caer para luego levantarse y hacer suyo lo aprendido.
Rueda a rueda, palmo a palmo, las manos de Checo guiaron milimétricamente ese RB16B en una batalla que se libró sin tregua en las curvas 12, 13 y 14; el campeón echó mano de todos sus recursos, del mejor rendimiento de su monoplaza y hasta del “colmillo” que le caracteriza, obligando a Pérez a mostrar lo mejor de sí.
La situación fue llevada tanto al límite que siempre se mantuvo la duda de quién podría salir avante, algunas veces la balanza se inclinó hacia el británico y otras al lado del mexicano; fue hasta la curva 1 que Checo puso fin al memorable encuentro, recuperando la posición con una frenada magistral que Hamilton no pudo responder.

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad
Cuando Sergio Pérez tomó aquel asiento vacante en Red Bull sabía que estaba llegando a la elite de la Fórmula 1, si bien, el hecho de formar parte de los 20 pilotos del Gran Circo ya era una hazaña, el pilotar para una escudería contendiente a los títulos lo acercó a las puertas de la vehemencia.
La vida llevó al jalisciense a juntar sus caminos con el equipo austríaco en su temporada más imperativa desde aquel lejano 2013, ¡por fin!, los de Milton Keynes habían juntado todo para recuperar lo perdido, solo les faltaba la última pieza y esa sería el mexicano. Checo representaba la fiabilidad de un piloto que no iba a fallar.
“El rey de la zona media” llegaba con una sola misión: sumar a la grandeza de Red Bull. Toda su experiencia al servicio de una causa, todo su talento evocado a detener al actual campeón y su coequipero… Después de 16 carreras con la escudería austríaca, Checo a tenido altas y bajas, pero siempre tratando de cumplir con su encomienda.

El legado
Cuando Pérez decida partir de la Fórmula 1, habrá muchos momentos que rememorar, hazañas que trascenderán en el tiempo y en las generaciones; para muchos, Checo será el mejor piloto mexicano de todos los tiempos, para otros, entrará en la pugna con los hermanos Rodríguez, en cualquiera de los casos jamás será ignorado.
Con su tercer podio de la temporada, el mexicano llegó a 13 en toda su carrera; nadie como él ha sumado tantos, además, en conjunto con Pedro Rodríguez, México ha llegado a su primera veintena de galardones; solo estos dos pilotos -de seis que nuestro país ha tenido en la máxima categoría- han podido ubicarse entre los primeros tres en algún GP.
Sin duda, el Circuito de Estambul, será uno de los más evocados de la trayectoria del mexicano, dos podios conseguidos en diferentes años (segundo en la edición 2020); una de las mejores batallas libradas contra el heptacampeón y el lugar que sella su máximo pico de puntos obtenidos en un campeonato (su récord lo había establecido con 125 puntos la temporada pasada, 10 menos que su cosecha actual). ¡Grande Checo!

Bandera a cuadros
Bottas y Pérez serán decisivos en el resultado final de la temporada; en la recta final parece que ambos están encontrando su mejor versión, ¿quién podrá inclinar la balanza? En una batalla que no da tregua y en la cual el liderato de pilotos se ha alternado hasta en seis ocasiones, el rendimiento de los llamados “escuderos” es vital para la estocada final… ¡Hasta el GP de Estados Unidos!


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