
Michael Masi lo sabía…
La Fórmula 1 es uno de los deportes que más datos posee y analiza, simplemente se escudriña todo lo escudriñable y el clima, es uno de los tantos ítems a considerar. Desde el inicio de la semana ya existían indicios de presencia de lluvia para el Gran Premio de Bélgica, luego, las prácticas libres y la clasificación lo terminaron por confirmar: habría agua el domingo por toda la pista del Circuito de Spa-Francorchamps.
Las escuderías lo sabían…
Neumáticos de lluvia, paraguas, carpas y hasta jaladores, un día con más movimiento de lo normal. Cada integrante de los diez equipos sabía qué hacer; algunos cubrían los compuestos para mantenerlos a la mejor temperatura posible, otros paleaban el agua que se había colado en el garage, había quienes extendían los paraguas para cubrir al piloto y otros que arrastraban las carpas para resguardar el monoplaza; nadie estaba quieto, todos estaban preparados.
Los pilotos lo sabían…
Lando Norris salió del hospital sin nada que lamentar, después de su escalofriante accidente durante la clasificación, el joven británico anunció al mundo que estaría en la línea de salida. Su percance puso en alerta al resto de pilotos, quienes llegaron al circuito con la mente enfocada en lidiar con la lluvia y sus estragos, algunos con más experiencia, pero todos consientes de que el clima sería el principal enemigo a vencer.
El público asistente lo sabía…
Algunos llegaron hasta con dos o hasta tres horas de antelación, portaban coloridos impermeables, botas, gorras y todo lo que les cubriera de las incesantes gotas de lluvia. Dependiendo de su economía, hubo a quienes les alcanzó para estar en las gradas techadas, los demás coparon los espacios al aire libre y sin ninguna protección; aun así, algunos se las ingeniaron para montar casas de campaña improvisadas… simplemente, venían dispuesto a todo.
Los que transmitían lo sabían…
Spa-Francorchamps es uno de los circuitos más esperados, debido a sus características que lo hacen uno de los trazados más rápidos, pero a la vez, peligrosos de la temporada. Ahí muchos pilotos y hasta comisarios han perdido la vida, de los más recientes Anthoine Hubert, por ello, son muy común las banderas amarillas y verdes, que hacen que -la mayoría de las veces- el Gran Premio se alargue y este no sería la excepción.
Los fanáticos lo sabían…
Muchos sueñan con que el día de la carrera la lluvia se haga presente, el agua históricamente ha sido un igualador y eso siempre se agradece. En esta oportunidad, incluso, se había dado una de las sorpresas más grandes y, me atrevo a decir, esperadas de la Fórmula 1, George Russell acarició la pole position y todos estaban a la expectativa, querían saber hasta dónde llegaría el británico.
Si todos lo sabían, si era predecible, si esto ya había pasado, ¿qué lo hizo diferente? Vamos a descubrirlo en cinco puntos…
La toma de decisiones

Lo más importante en cualquier deporte siempre será salvaguardar la vida de todos sus protagonistas. Por ello, después de analizar las condiciones climáticas y su impacto en el trazado, la decisión de que los pilotos no compitieran fue acertada. De hecho, ellos mismos, en quórum, fueron los primeros en advertir el peligro que rodeaba a Spa-Francorchamps.
La neblina y, sobre todo, la nula visibilidad derivada del spray que los monoplazas despedían fueron los factores decisivos para abortar el gran premio. El clima es un elemento incontrolable e impredecible, por ende, cualquier espectáculo está expuesto a sufrir sus inclemencias y el Gran Circo no podría ser la excepción.
Si bien, en el pasado e incluso en el presente, se ha competido bajo lluvia, esto no representa un argumento válido para pensar que los pilotos podrían haber salido; en una era en donde se debe aprender del pasado, disminuir los riesgos siempre será prioridad. Nunca hay que olvidar que, aún bajo condiciones ideales, los 20 pilotos se juegan la vida a más de 300km por hora.
Ser asertivos

Si la decisión se fue aclarando desde el principio, ¿por qué prolongar su comunicación? La respuesta quizá sea que siempre se debe intentar hasta lo último para cumplir con lo establecido; en este caso la FIA podría justificar su accionar alegando que hizo todo lo que estuvo en sus manos para que el Gran Premio de Bélgica no terminará de la forma que concluyó.
Sin embargo, ¿existió realmente una oportunidad? Lamentablemente no, los datos eran contundentes, la lluvia había llegado para quedarse, a esto se suma el tema de los neumáticos que Pirelli posee para lluvia extrema, los cuales han sido objeto de muchas críticas por su diseño y funcionalidad, además de las propias características del circuito. Una mezcla que apuntaba hacia una misma dirección, pero que la FIA no quiso entender.
La asertividad es la capacidad de comunicar de forma adecuada, cosa que la autoridad principal, Michael Masi, nunca hizo. Por el contrario, no fue capaz de expresar cuál era su plan para hacer frente a la contingencia, solo prolongó la decisión y con ello abonó a una esperanza que al final nunca fue real. La forma en que trató a la afición quedará para el juicio de quienes destinaron recursos para estar ahí, para ser parte de un espectáculo que se desvirtúo y que quedó lejos de las expectativas.
Aprender del pasado

Quien no conoce su historia está propenso a repetirla… Sin duda, este Gran Premio será recordado como uno de los más polémicos y suigéneris de la Fórmula 1, el cual dejó una estela de situaciones que se deben atender, ajustar y mejorar. En general, salvo Williams, George Russell y su fanaticada, todos salieron frustrados, molestos, decepcionados o, por lo menos, con más dudas que respuestas.
¿Se debió otorgar puntos en una carrera donde no se compitió? ¿Por qué no aplazaron el Gran Premio para el día lunes? ¿Era mejor cancelar la carrera y no oficializarla? ¿El podio fue una acción necesaria o innecesaria? ¿A qué hora se debió de tomar una decisión final? ¿Se les regresará el dinero de las entradas a los asistentes? ¿Se relanzó la carrera solo para cumplir con el reglamento y no acarrear problemas con los organizadores y la TV? ¿Funciona el actual reglamento?
No es la primera vez que la Fórmula 1 pasa por situaciones que le demandan flexibilidad, el problema radica en que la FIA está condicionada en muchos aspectos por los contratos que previamente tiene establecidos, lo que, acorta su rango de decisión, quizá, sea el momento de revisar esa dependencia contractual y voltear a ver a su verdadera razón de ser: el público.
Priorizar para salvaguardar

La Fórmula 1 es antes que un deporte un negocio y uno de los más costosos sin duda. Por ello, desgraciadamente, los fanáticos son quienes se encuentran al final de la ecuación, aunque, paradójicamente, son el sostén del espectáculo y quienes deberían ir primero. Entonces, ¿por qué están propensos a vivir situaciones como las del pasado domingo?
La pasión es una emoción capaz de encontrar razones legítimas para desbordarse; sentir produce una sensación de estar vivos, algunos encuentran esa llamarada en tocar un instrumento, otros en descubrir historias a través de un libro, y habrá quienes sean atraídos por motores, cascos y la velocidad. ¿Cómo entender que después de más de tres horas, en condiciones de frío, bajo una lluvia incesante, se puede estar bailando, gritando, pero, sobre todo, permaneciendo a la expectativa?
Si nadie o muy pocas personas pagaran una entrada, reservaran un hospedaje, compraran un souvenir, prendieran su televisor o siguieran a los pilotos por redes sociales, las marcas e inversionistas dejarían de invertir en la Fórmula 1, simplemente no habría razón para respaldarla, se acabaría por más que sea un deporte ya consolidado.
Lejos de la polémica de si los asistentes se les reembolsará lo pagado, está el hecho de revisar lo que la Fórmula 1 verdaderamente da, ¿por qué se debe seguir allí? Por el momento la FIA solo ha dicho -a través de un comunicado escueto- que evalúan todas las posibilidades para recompensar al público, pero sin una propuesta clara que indique el camino a seguir. Habrá que esperar.
¿Cómo ser un piloto en el GP de Bélgica y no morir en el intento?

Con un total de 3 minutos y 27 segundos el Gran Premio de Bélgica se convirtió en la carrera más corta en la historia de la Fórmula 1, superando a la realizada en Australia en 1991, la cual tuvo una duración de 24 minutos y 34 segundos. Sin embargo y paradójicamente, esto solo se pudo lograr hasta después de más de tres horas de dimitir. ¿Qué puede hacer un piloto y su equipo con tanto tiempo?
¡Una primera propuesta sería trabajar! Checo Pérez puso a sus mecánicos contra las cuerdas, quienes aceptaron la tarea de arreglar el monoplaza del mexicano en tiempo récord y así permitirle regresar a la competencia, sin duda, una hazaña… Por su parte, los mecánicos de Alpine decidieron que era buena oportunidad poner a prueba su coordinación bailando la famosa “Macarena”, algunos fracasaron, pero eso sí, las risas no faltaron.
Lando Norris estuvo menos divertido que de costumbre, el británico simplemente se subió el cierre de su chamarra, se puso el gorro y se acurrucó, no sabemos cuánto durmió, pero seguro nadie lo despertó, ¿para qué? El que estaba eufórico en esos momentos era el ruso Nikita Mazepin quien oficialmente se había llevado la vuelta más rápida, su primera en Fórmula 1, para su mala fortuna al no haber terminado dentro del top 10 no se le puede adjudicar el puntaje correspondiente y ahora Red Bull ya puja por quedarse con esta distinción. ¡Qué decepción!
El australiano Ricciardo fue empático con los asistentes organizando la “ola”, tratando de avivar los ánimos y el calor en la fría Bélgica; por su parte, Yuki Tsunoda trataba de mantenerse en temperatura comiendo toda clase de “botanas” que encontraba a su paso. Pero, sin duda alguna, quienes se llevaron la tarde fueron Sebastian Vettel y Mick Schumacher, jugando fútbol junto a sus técnicos. Así, muchos encontraron en este GP una excusa para salirse de la rutina.
Bandera a cuadros
La farsa se concretó, lastimosamente en un circuito que es de los más esperados de la temporada, las reacciones siguen y seguirán emergiendo dado el papelón de la FIA. Que el GP de Bélgica quede como constancia de que la Fórmula 1 es imperfecta, que debe replantearse más allá de un negocio-espectáculo y que no debe darse nunca más un caso como este. ¡Hasta Holanda!


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